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El centenario del nacimiento del gran Líder, camarada
Fue una manifestación del fervoroso sentimiento de veneración y el sublime deber
moral de nuestro pueblo hacia el Líder paternal, así como devino un magno festival político
en el que todos los pueblos enaltecieron los cien años de la historia de la Corea de Juche.
Mediante sus actividades exhibimos la férrea voluntad y convicción de ensalzar a
Enaltecer como tal a
A nuestro Partido, ejército y pueblo les corresponde perpetuarlo como Sol de Juche y
llevar a feliz término su sagrada causa revolucionaria.
1
El gran camarada
Es un líder más sobresaliente y veterano político que dejó
imperecederas hazañas para la patria, el pueblo, la época y la revolución, con profundas
ideas y teorías, singular capacidad de mando y prácticas revolucionarias de gran envergadura.
Gran líder del pueblo, presentó a las masas oprimidas y humilladas como
protagonistas de la historia y elevó como nunca antes su dignidad y valor.
Sagrada fue toda su vida, pues tuvo como máxima Iminwichon (considerar al pueblo como el
cielo), la reflejó en las ideas y la dirección y la llevó a la práctica. Siempre
tenía al pueblo por su maestro y él mismo se consideraba su hijo leal. Comenzó las
actividades revolucionarias adentrándose en él, siempre lo tuvo por su base y logró que todo
su proceso revolucionario obedeciera a defender y verificar la independencia de las masas. Reflejó al pie
de la letra sus exigencias y aspiración a la independencia en las ideas, teorías, líneas y
política, formulando así guías de carácter más revolucionario y
científico que facilitan la comprensión del pueblo y que le iluminan el verdadero camino para
allanar el destino.
Tuvo como credo el principio de que las masas populares son artífices de la
revolución y su construcción y poseen la fuerza capaz de impulsarlas. De ahí que él
estuviera a toda hora entre ellas y movilizara su inagotable fuerza y creatividad para resolver todos los asuntos
a favor de sus exigencias e intereses.
La entrega total y la plena confianza depositada por él en el pueblo fueron recetas
mágicas que lo ayudaron a cosechar sucesivas victorias en la lucha revolucionaria y la labor de
construcción, superando las pruebas inauditas. Al confiar y apoyarse firmemente en él, abrió
la nueva era de la revolución jucheana, impulsando a la vez las grandiosas obras como crear la idea rectora
de la revolución, constituir la organización vanguardia, fundar el ejército y concienciar y
organizar a las masas, así como logró victorias consecutivas en varias fases de la difícil y
compleja lucha revolucionaria y la labor de construcción, sin caer en ningún error de lineamiento o
fiasco.
La indestructible potencia socialista que se ha levantado en este territorio y la triunfante
causa revolucionaria de Juche constituyen valiosos frutos de la planta que el Líder sembrara y cultivara
durante toda la vida en un terreno que se llama pueblo. Gracias a él, hoy vivimos la era de Juche, una
nueva época de la historia en que las otrora marginadas masas populares ocupan el centro de la época
y la historia y forjan el destino por su propia cuenta.
En toda su existencia como revolucionario tuvo la independencia como un credo y una
fórmula y la puso en práctica. Ya en los primeros momentos de sus actividades dilucidó con
una clarividencia nada común la verdad de la revolución de que la independencia le da vida a las
masas populares, al país y a la nación y que en este sentido es preciso rechazar el servilismo a las
grandes potencias y el dogmatismo y hacer la revolución de manera independiente y creadora. Que él
haya enarbolado antes que nadie la bandera de la independencia y partiendo de ella haya formulado el principio y
el método revolucionarios para luego plasmarlos en la realidad, constituye un acontecimiento trascendental
en la historia de las ideologías de la humanidad y de la lucha revolucionaria de las masas populares.
La revolución coreana se ha caracterizado por una cruenta lucha política y
clasista contra el imperialismo, la dominación, el servilismo, el dogmatismo y el revisionismo, así
como por un batallar sin precedentes en su complejidad y arduidad, imposible de vencer con las fórmulas y
métodos convencionales. Al separarse decididamente del servilismo y el dogmatismo que mancillaban el pasado
de la nación, el Líder asumió la independencia como fuente de su existencia a lo largo de su
dirección de la revolución y solucionó a nuestra manera todos los problemas que enfrentaban
la lucha revolucionaria y la labor de la construcción conforme a la demanda de la revolución, los
intereses del pueblo y la realidad del país. Manteniendo invariable el principio de la independencia,
preparó el sujeto poderoso de la revolución, frustró todas las ofensivas
contrarrevolucionarias de los imperialistas y reaccionarios y las intervenciones de los oportunistas de izquierda
y derecha, y condujo al triunfo las dos guerras y restauraciones, las dos etapas de la revolución social y
la construcción socialista. A base de ese principio, desarrolló ininterrumpidamente las relaciones
con partidos y países extranjeros, contribución sustancial a elevar el prestigio de nuestro Partido
y Estado en la arena internacional, a la causa de la independencia antimperialista y a la causa socialista.
Con su gran práctica revolucionaria comprobó que la independencia significa la
justicia de la historia, el triunfo de la revolución y el fundamento para el desarrollo imparcial de las
relaciones internacionales, encauzó por esa vía el curso de la historia del siglo XX y deparó
una nueva era en que las masas populares, libres de la dominación y subyugación, hacen la
revolución de su propio país de modo independiente.
Grande fue su determinación de sostener en alto la bandera de la independencia en un
siglo predominado por el servilismo, el dogmatismo y la hegemonía, pero aún más portentosa
fue para la historia de la política contemporánea la práctica revolucionaria con que
impulsó audazmente nuestra causa revolucionaria, sin renunciar jamás la actitud independiente en
aquellos tiempos tenebrosos en que eran harto frecuentes las coacciones y arbitrariedades de los imperialistas y
otras fuerzas dominantes.
Hoy la independencia simboliza las excelentes cualidades de nuestro Líder y ha devenido
un término de la actualidad que alaba su sagrada vida y sempiternas hazañas.
En todo el transcurso de su lucha revolucionaria que incluye las dos guerras, nuestro pueblo ha
estado en un permanente enfrentamiento a muerte con las fuerzas agresivas del imperialismo. Nuestro Líder
presentó tempranamente las originales ideas y teorías militares y a lo largo de su vida
dedicó ingentes esfuerzos al fortalecimiento de las fuerzas armadas revolucionarias, cosechando siempre las
victorias en las ensangrentadas batallas y cruentas confrontaciones con el imperialismo. En la pasada contienda
antijaponesa y la Guerra de Liberación de la Patria, derrotó con la superioridad política,
ideológica, estratégica y táctica a las potencias imperialistas que llevaban gran ventaja en
el número de efectivos y en la técnica, por lo cual fue objeto de gran admiración y respeto
por parte de la humanidad que lo calificó genial comandante de acero, destacado estratega militar y
símbolo de la victoria en la lucha antimperialista.
La humanidad no conoce a un comandante tan extraordinario, a un general-líder versado
tanto en el arte militar como en las letras, pues nuestro Líder, siempre con las armas de la
revolución en las manos, logró victorias consecutivas en la avanzada de la lucha antimperialista,
haciendo gala de su singular estrategia y arte de mando.
Fue un gran revolucionario quien, con gran abnegación a la causa revolucionaria, se
consagró por entero al triunfo de la revolución. Desde que emprendiera el camino de la
revolución sufrió inenarrables penas y tristezas como ningún otro ser humano. Con todo, en
ese largo decurso no pensó más que en la revolución y dedicó todo lo suyo en aras de
su triunfo. Nunca se permitió un buen descanso y aun cuando tenía más de ochenta años
no dejó de visitar fábricas y granjas. El mundo no conoce a otro gran revolucionario tan consagrado
a la revolución y al pueblo como nuestro Líder, quien hasta en los últimos momentos de la
vida hizo esfuerzos sobrehumanos para concluir sus tareas de forma intachable y que falleció mientras
trabajaba en la oficina.
Poseía el más inquebrantable credo, voluntad y coraje. Una mirada retrospectiva
nos permite percatarnos de que el imperialismo jamás ha dejado de presionar y amenazar militarmente a
nuestra República y que nuestra revolución ha tenido que superar muchos grandes obstáculos.
Firmemente convencido de que la victoria es nuestra mientras existen el Partido, Poder, ejército y pueblo y
con el gran valor del que encuentra la salida aunque el cielo se le viene abajo, el Líder desafió
cada una de esas pruebas, convirtiendo la situación desfavorable en la favorable, la desgracia en dicha, y
logrando victoria tras victoria.
Fue la máxima expresión de la camaradería revolucionaria. Partiendo de la
gran verdad de que la revolución es conseguir compañeros y viceversa, inició con dicha labor
la lucha revolucionaria y en ese proceso creó la más bella historia de la camaradería
revolucionaria. En sus prolongadas actividades revolucionarias protegió a todos con quienes
estableció la relación de compañeros, asumiendo plena responsabilidad de su destino y
porvenir. De esta manera acogió en su regazo a miles y miles de combatientes revolucionarios,
depositándoles gran confianza y dándoles gran muestra de afecto. En virtud de este sentimiento
infinitamente noble, la revolución coreana contaba ya en su etapa incipiente con una tropa de
revolucionarios de nuevo tipo, enlazados entre sí por el gran amor y obligación moral. Sustentada
del sublime compañerismo del Líder, toda la sociedad se ha convertido hoy en un mundo de camaradas
que comparten una misma idea en torno a su líder. La sagrada historia revolucionaria de este guarda una
estrecha relación con el compañerismo, sentimiento que ciertamente le dio inicio y la impulsó
victoriosamente.
Dotado de un ardiente amor al hombre, gran modestia y sencillez, trató y atendió
cordialmente al pueblo. Lo llamaban tigre del monte Paektu por el miedo que infundía al enemigo, pero para
el pueblo era como un padre afectuoso en sumo grado. Cuando hablaba con los niños comprendía
perfectamente sus sentimientos, conversaba con los ancianos como entre los amigos y leía los más
profundos pensamientos de sus interlocutores, como si fuera su propia madre. Trataba con llaneza a los obreros,
tomando de sus manos mugrientas; platicaba cordialmente con los campesinos, sentado al borde de las plantaciones;
le gustaban las bromas, el humor y los cuentos sobre la vida. Si bien disfrutaba del gran respeto por parte del
pueblo coreano y otros progresistas del mundo, jamás se permitió para él privilegios o tratos
especiales, llevando siempre una vida modesta como muchos otros. De ahí que entre él y otros
habitantes de todas las edades no hubo distanciamiento alguno y ellos lo siguieron con fervorosa veneración
y lealtad.
Nuestro Líder fue un santo magnánimo que se atraía a amplias masas.
Acogía en su abarcador y generoso regazo a todos los que aman al país y la nación para darles
protección, cuidado y confianza y hacer de ellos sus eternos acompañantes en la lucha por la Patria
y el pueblo. Fue tan cordial, generoso y magnánimo que hasta aquellos que una vez habían cometido
errores en detrimento de la nación llegaron a enaltecerlo como salvador de la vida y padre de la
nación y pudieron consagrarse de lleno para el bien de la patria y el pueblo.
Con su sublime generosidad cultivó asimismo profunda amistad con líderes de
partido, jefes de Estado, numerosas personalidades de círculos políticos, sociales y
académicos de todas las latitudes del mundo que abogaban por la independencia. Todos, incluyendo a los que
profesaban distintas ideologías y criterios políticos, sentían ya en el primer encuentro una
irresistible atracción hacia esa figura excelsa y terminaban por respetarla sinceramente. Era,
indudablemente, quien más camaradas y amigos tenía en el mundo.
2
El gran camarada
Creó la gran idea Juche que abrió la nueva era de la revolución jucheana
y, aplicándola en la práctica, condujo victoriosamente la revolución social de varias etapas,
proceso en el cual acumuló inmarcesibles méritos en todos los dominios de la revolución y su
construcción.
La idea Juche, creada y plasmada de modo brillante en la práctica revolucionaria, es el
eterno estandarte de la victoria para nuestra revolución.
Como doctrina revolucionaria que sistematiza integralmente la filosofía, la
teoría de la revolución y la metodología de su dirección que se centran en el hombre,
constituye una perfecta guía de la revolución que ilumina a las masas populares el camino de la
independencia.
Con su cosmovisión centrada en el hombre, lo convoca a crear la historia social y forjar
su destino por vía independiente, consciente de que es dueño del mundo y de su destino.
La teoría de la revolución y la metodología de su dirección, que
ponen al centro a las masas populares, les enseñan las revolucionarias y científicas teorías,
estrategias, tácticas y métodos, recursos que iluminan las vías para llevar a feliz
término la revolución y su construcción y la causa de la independencia aun en medio de las
difíciles y complejas circunstancias y condiciones.
Por estas razones, la gran idea Juche deviene la ideología revolucionaria más
justa, universal y de gran vitalidad, que cualquiera que aspira a la independencia puede aceptar y asimilar
fácilmente. Lo prueban fehacientemente la gloriosa historia de nuestra revolución que ha venido
alcanzando enorgullecedores triunfos bajo la bandera de la idea Juche y la actual realidad mundial en que bajo su
influencia se alzan cada día más las voces a favor de la independencia.
Juche es una doctrina revolucionaria enciclopédica que representa toda la historia de la
causa de las masas populares por la independencia, la causa socialista, y una gran ideología que conduce a
la humanidad hacia el futuro.
Los sempiternos méritos revolucionarios que acumulara
El partido, poder y ejército revolucionarios constituyen las más poderosas armas
políticas que propician el inicio, avance y triunfo de una empresa revolucionaria. La historia demuestra
que el cómo construirlos y el cómo preparar política e ideológicamente al pueblo
deciden el destino de la revolución y del socialismo.
Por tener al Partido del Trabajo de Corea de carácter singular y revolucionario, el
genuino Poder popular de la República y el indestructible Ejército Popular, fundados y consolidados
por el gran Líder, así como un pueblo formado por este como poseedor de la más firme
ideología y convicción, nuestra revolución avanza impetuosamente, al igual que en el siglo
pasado, venciendo inimaginables dificultades y pruebas y creando una historia portentosa en todos los dominios de
la construcción socialista. El Partido del Trabajo de Corea, al tiempo que asegura con firmeza la
dirección del Líder sobre la revolución y su construcción, conduce al pueblo a cumplir
con su responsabilidad y papel como protagonista de las mismas, en fiel acato a la orientación del Partido
y del líder. En su calidad de cabeza de la gran familia encargado de su economía y vida, nuestro
Poder popular defiende los derechos a la independencia y los intereses de las masas populares y dirige de manera
unificada la construcción de una Patria próspera y poderosa y la mejora de la vida del pueblo. Como
destacamento principal y pilar de nuestra revolución, el Ejército Popular, convertido hoy en
poderosas fuerzas imbuidas del espíritu del monte Paektu, hace gala de su orgullo como protagonista de
asombrosas hazañas y creador y divulgador de la cultura de Songun en los difíciles e importantes
puestos de defensa del socialismo y de la construcción socialista.
Consolidar más el Partido, Estado y Ejército del gran Líder y seguir
exhibiendo plenamente la ilimitada fuerza espiritual y creatividad de nuestro pueblo, he aquí la firme
garantía para defender fidedignamente a nuestro socialismo y lograr la prosperidad de la patria y la
nación.
El socialismo a nuestro estilo, máxima herencia que nos dejara
Centrado en las masas populares, es un genuino sistema donde ellas son dueñas del Estado
y la sociedad y todo les sirve, un régimen indestructible que se ha arraigado profundamente en ellas como
parte de su vida y vivencia. A raíz del derrumbe del socialismo en varios países en el siglo pasado,
la reacción imperialista presagió ruidosamente su “fin”, pero el socialismo coreano sigue en pie en
medio de la más impetuosa vorágine política de alcance mundial y logra éxitos del
siglo en todos sus sectores: político, militar, económico y cultural.
Nuestro socialismo es inquebrantable porque el Líder, el Partido y las masas
están compactamente unidos.
Todo el Partido, Ejército y pueblo están unidos monolíticamente en torno
al Líder con una misma idea, voluntad y obligación moral y toda la sociedad conforma una gran
familia donde unos y otros se ayudan y guían como camaradas: tal es el distintivo esencial de nuestro
socialismo y la fuente de su inagotable fuerza. Esta unidad certifica la estabilidad política y solidez de
nuestro Estado y sociedad y es una gran fuerza motriz para defender la Patria socialista y acelerar vigorosamente
la revolución y su construcción.
El socialismo de nuestro país se caracteriza por la independencia que emana del elevado
espíritu Juche y la nacionalidad.
El espíritu jucheano es un atributo inherente del socialismo, en tanto que la
independencia política y económica y la autodefensa militar le prometen a nuestro socialismo eterna
victoria y prosperidad. La política independiente conduce la revolución y su construcción
hacia la victoria por muy compleja que sea la situación, mediante la elaboración y consecuente
materialización de la línea y política correspondientes al principio fundamental de la
revolución y la demanda del pueblo por la independencia y sus intereses, así como permite manifestar
la dignidad y la magnificencia del país mediante el ejercicio de la completa soberanía y derecho a
la igualdad en las relaciones exteriores. La economía independiente y la cultura autóctona de la
nación nos facilitan superar los más últimos adelantos con nuestras propias fuerzas,
tecnologías y recursos, levantar la potencia científico-técnica del siglo XXI, la de la
economía de conocimientos, y acoger una nueva era dorada de la cultura y el arte. La capacidad de
autodefensa que tiene como núcleo al Ejército Popular respalda militarmente la construcción
del Estado poderoso y próspero coadyuvando a defender cual baluarte inexpugnable a la Patria socialista de
la invasión imperialista y garantiza la paz y seguridad en la Península Coreana y el resto de Asia.
Mantener la nacionalidad, junto con el espíritu jucheano, en la revolución y su
construcción constituye un principio fundamental para el cumplimiento de la causa socialista. Nuestro
Líder fue el primero en combinar la causa socialista con la de la independencia nacional y hacer de la
propia construcción socialista todo un proceso para el florecimiento de excelentes tradiciones y cultura
nacionales. Nuestra Patria socialista es un genuino país del pueblo y de la independencia nacional que
defiende a carta cabal la demanda y los intereses de las masas del pueblo trabajador, promueve las excelentes
cualidades de la nación y se atiene firmemente a sus exigencias e intereses.
Al solucionar de modo brillante el problema de la continuación de la causa
revolucionaria, el Líder abrió una amplia perspectiva para proseguir victoriosamente la causa
revolucionaria de Juche, siglo tras siglo y generación tras generación.
Le prestó especial atención, considerándolo no como un simple asunto
relacionado con la sucesión en el mandato de una nueva generación de la revolución sino como
una labor encaminada a salvaguardar y perpetuar generación tras generación la ideología y la
obra revolucionarias del líder, como una cuestión importante que decide el porvenir de la
revolución.
Y lo solucionó satisfactoriamente al dilucidar que el meollo es la sucesión en el
liderazgo. Al mismo tiempo, prestó gran atención a mantener la pureza de las tradiciones
revolucionarias y a preparar a los jóvenes como fidedignos continuadores de la revolución,
alcanzando relevantes éxitos en su empeño. En virtud de su extraordinaria perspicacia y atinada
dirección, se dieron vivos ejemplos de la continuidad de la causa revolucionaria.
En la actualidad, nuestros oficiales y soldados del Ejército Popular, los habitantes y
los jóvenes se esfuerzan con gran orgullo por levantar un Estado socialista poderoso y próspero y
culminar la causa jucheana siguiendo el camino allanado a costa de la sangre por los precursores de la
revolución, y están convencidos de que su futuro será aun más prometedor.
El gran camarada
Al presentar las tres Cartas para la reunificación de la Patria, preparó un
sólido cimiento para que los coreanos del Norte, el Sur y en el extranjero, convertidos en poderosos
sujetos de la empresa, acabaran unidos con la injerencia extranjera y anticiparan el día de la
reunificación independiente. Gracias a esta valiosa herencia, hoy el movimiento avanza con ímpetu
por el camino de la reintegración independiente pese a la crítica situación en que han
llegado al extremo las maquinaciones de las fuerzas divisionistas de dentro y fuera del país.
El gran camarada
La historia prueba que el defender firmemente la ideología y los méritos del
Líder nos promete el triunfante avance y exitoso cumplimiento de la causa de las masas populares por la
independencia, la causa socialista de Juche.
3
Si el gran camarada
Este fue el más íntimo camarada y fiel compañero de armas del
Líder, quien lo enalteció con toda estima considerando como misión de toda la vida defender,
mantener y hacer brillar su ideología y causa.
El gran General definió sus ideas revolucionarias como kimilsungismo y planteó la
transformación de toda la sociedad según la exigencia de esta doctrina como máximo programa
de nuestro Partido y revolución, registrando así cambios trascendentales en la obra jucheana.
Con sus dinámicas actividades ideo-teóricas profundizó, desarrolló
y enriqueció sin cesar esa ideología de conformidad con el requisito del desarrollo de la
época y la revolución, con lo cual la perfeccionó como doctrina sempiterna dotada de gran
vitalidad y eterno vigor. Conduciendo sabiamente la lucha por transformar a toda la sociedad según la
exigencia del kimilsungismo, convirtió a nuestro Partido y Ejército en los invencibles del camarada
Al lograr brillantemente, por primera vez en la historia, la causa de la inmortalización
del líder, el gran General coadyuvó a que nuestro Partido y pueblo enaltecieran al gran camarada
Bajo la bandera de Songun y apoyándose en la poderosa arma,
En la década 90 del siglo pasado cuando pasábamos por los momentos
difíciles, propuso la política Songun como el principal método de la política
socialista y con su fuerza no solamente defendió fidedignamente a nuestra Patria y socialismo, sino que
también afianzó la posición del país como potencia político-ideológica y
militar y dejó inaugurada la nueva época de la construcción de un Estado socialista, poderoso
y próspero. Songun es una política invencible que, aun en medio del más agudo enfrentamiento
con los reaccionarios imperialistas, asegura el victorioso avance de la causa socialista de Juche haciendo
brillante realidad los ideales políticos socialistas del Líder sobre la independencia, democracia,
unidad y virtud, así como una espada omnipotente que permite impulsar enérgicamente la lucha
revolucionaria y la labor de construcción según el legado del Líder.
El gran General, considerando el asunto militar como el más importante de los quehaceres
estatales, consolidó a nuestro Ejército como indestructibles fuerzas revolucionarias y
convirtió a nuestra Patria en una potencia militar autodefensiva a la que ninguna fuerza se atreva a
agredir. Al tenerlo como destacamento principal de la revolución que sostiene antes que nadie la
dirección del Partido, realizó su completa identificación con el Partido y, mediante el logro
de su gran unidad con el pueblo, echó un sólido cimiento de nuestra sociedad.
Continuando sin un momento de descanso sus intensos viajes de trabajo en aras de la prosperidad
de la Patria y la felicidad del pueblo, hizo enardecer por todo el país la llamarada del nuevo auge
revolucionario. En virtud de su incansable y vigorosa dirección, se ha realizado en un alto nivel el
asentamiento de la economía nacional sobre una base autóctona, moderna y científica, creado
condiciones favorables a un gran salto en el mejoramiento de la vida del pueblo y abierto una nueva época
de florecimiento en la construcción de la cultura socialista.
Su política Songun trajo el milagro del siglo de que, en medio del recrudecimiento de la
situación debido a las cada día más intensas maquinaciones de los imperialistas y otros
reaccionarios de toda laya encaminadas a aislar y estrangular a nuestra República, un país no grande
como el nuestro defendiera firmemente el socialismo, exhibiera su dignidad y temple como potencia política
y militar e imprimiera nuevos saltos hacia la meta de la potencia económica de nuestro estilo.
En acato al legado del Líder y con su dinámica dirección, el gran General
dejó abierta la época de la reunificación basada en la Declaración Conjunta Norte-Sur
del 15 de junio y una nueva coyuntura a favor del desarrollo de las relaciones exteriores.
Gracias a su inigualable clarividencia, destacada capacidad como conductor, voluntad de acero y
esfuerzos sobrehumanos, nuestra Patria socialista, la Corea de Songun, ha llegado a esparcir sus rayos sobre la
Tierra con el honorable nombre del Líder, en tanto que nuestro pueblo, lleno del orgullo nacional, forja su
destino con la frente elevada.
En virtud de su mérito, el camarada
Es la historia más sagrada y gloriosa que resplandece con los honorables nombres y los
inmortales méritos revolucionarios de los camaradas
Es la historia de la nación de
Enaltecer por toda la eternidad a los grandes camaradas
Por mucho tiempo que pase y por muy duras que sean las pruebas que nos esperan, debemos cumplir
con la misión y el deber moral como descendientes de
Guardando en lo hondo del corazón la inalterable convicción de que ellos viven
siempre en nosotros, hemos de defender resueltamente sus ideas y méritos y perpetuarlos.
Considerando el kimilsungismo-kimjongilismo como única ideología rectora y eterna
directriz de la revolución, tenemos que atenernos a sus requisitos para impulsar la lucha revolucionaria y
la labor de construcción.
Es de nuestra incumbencia fortalecer sin cesar a nuestro Partido, Estado y Ejército como
los de los camaradas
Es preciso que en todas las ramas y unidades visitadas por ellos conserven intactas sus huellas
de orientación y cumplan cabalmente sus legados, haciendo realidad su propósito y deseo.
Es necesario emprender una ofensiva general bajo la dirección del Partido y lograr
nuevas victorias en la construcción de un Estado socialista poderoso y próspero.
Hemos de ostentar la magnificencia de nuestra potencia político-ideológica,
salvaguardando firmemente y consolidando la unidad monolítica del Partido y de las filas revolucionarias,
así como reforzar más al Ejército Popular y acerar la capacidad de defensa del país.
Todas las ramas y unidades de la economía nacional registrarán un gran y nuevo
ascenso en la producción y la construcción, en especial un viraje decisivo en el empeño por
elevar el nivel de vida de la población, siguiendo la antorcha de Hamnam, la de la revolución
industrial del nuevo siglo, encendida por el General.
Al heredar las originales ideas del Líder y el General sobre la construcción
cultural y sus hazañas en este aspecto, hemos de demostrar a plenitud la superioridad y la vitalidad de la
cultura socialista de nuestro estilo.
En el movimiento de la marcha general para la construcción de un Estado socialista
poderoso y próspero, las organizaciones del Partido y de las agrupaciones de trabajadores y los
órganos del Poder han de elevar decisivamente su papel, mientras que todos los cuadros cumplirán con
su responsabilidad y misión como el personal de mando de la revolución.
Llevando a vías de hecho el noble ideario y legado patriótico del Líder y
el General, tenemos que realizar sin falta la causa histórica de la reunificación de la Patria y
bajo los ideales de la independencia, la paz y la amistad, ampliar y desarrollar las relaciones exteriores y
contribuir activamente a la causa de la independencia en todo el mundo.
Nuestro Partido, Ejército y pueblo, fieles a la ideología y la causa de sus
precursores, cumplirán cueste lo que cueste la causa revolucionaria de Juche, con la bandera del
kimilsungismo-kimjongilismo en alto.
Los grandes camaradas